Cuando recibís un diagnóstico de cáncer, es normal escuchar palabras que no siempre comprendemos. Una de ellas es “remisión”, un término que genera dudas y, a veces, ansiedad.

En oncología, remisión significa que los signos y síntomas de la enfermedad han disminuido o desaparecido, gracias al tratamiento recibido. Sin embargo, es importante entender que existen distintos tipos de remisión:

Remisión completa

No se detecta evidencia del cáncer en los estudios médicos. Esto no siempre significa que el cáncer haya desaparecido para siempre, pero sí indica que el tratamiento está funcionando muy bien.

Remisión parcial

La enfermedad se ha reducido, pero todavía pueden detectarse células cancerosas o signos de la enfermedad. El tratamiento continúa para mejorar esta situación.

💡 Importante: la remisión no siempre significa cura definitiva. Puede haber recaídas, por eso el seguimiento médico regular es fundamental para mantener la vigilancia y la prevención.

Más allá del aspecto médico, la remisión también impacta emocionalmente: puede generar alegría, alivio y esperanza, pero también ansiedad por el futuro. Reconocer y procesar estas emociones es parte del cuidado integral del paciente.