Muchas veces, estas emociones se quedan guardadas, por miedo a preocupar a otros, por no saber cómo expresarlas o por sentir que “hay que ser fuerte”. Pero contener lo que sentimos puede aumentar el estrés, la ansiedad y el aislamiento emocional.
Expresar lo que sentimos es un acto de valentía y autocuidado. Compartir con un familiar, un amigo o un profesional de la salud mental ayuda a liberar esa carga emocional y encontrar acompañamiento. Hablar no significa solo contar lo que pasa, sino también validar nuestras propias sensaciones, sin juzgarlas.
Algunos consejos para abrir ese espacio emocional:
- Busca un momento tranquilo: Para poder hablar desde la calma, sin interrupciones.
- Elige a alguien de confianza: Puede ser un familiar, amigo o terapeuta.
- No te presiones para “sentirte bien”: Está bien sentirse mal, llorar o estar confundido.
- Usa la escritura: A veces escribir una carta o diario puede ayudar a ordenar lo que sentimos antes de compartirlo.
- Permite que otros te escuchen: A veces no necesitamos soluciones, solo que nos escuchen con atención y sin juicio.
Recordá que expresar emociones no te debilita, te fortalece. Es un paso fundamental para transitar el tratamiento con más esperanza y conexión humana.