El sueño no es solo descanso. En oncología, cumple un rol esencial en la recuperación física, el equilibrio emocional y la calidad de vida, tanto de los pacientes como de quienes los acompañan. Sin embargo, suele ser uno de los aspectos menos abordados durante el tratamiento.
 
			El sueño en los pacientes con cáncer
El diagnóstico, los tratamientos y los síntomas físicos pueden alterar profundamente el descanso.
Algunos factores que lo afectan son:
- Efectos secundarios: la quimioterapia, la radioterapia o medicamentos como esteroides pueden provocar insomnio, somnolencia o fatiga paradójica.
- Dolor físico: genera interrupciones constantes, creando un círculo de dolor y cansancio.
- Ansiedad y depresión: el estrés emocional inicial puede derivar en insomnio crónico.
- Síndromes específicos: la apnea del sueño o la fatiga crónica también interfieren con el descanso reparador.
Por qué es importante
El sueño reparador fortalece el sistema inmunológico, reduce la fatiga acumulada, mejora la tolerancia al tratamiento y favorece la concentración, el estado de ánimo y la toma de decisiones.
 
El sueño en los cuidadores familiares
Los cuidadores suelen priorizar el bienestar del paciente y descuidar su propio descanso, lo que puede generar fatiga del cuidador.
Algunas causas frecuentes son las interrupciones nocturnas, el estrés constante y los patrones de sueño fragmentados.
Las consecuencias no son menores: insomnio crónico, hipertensión, mayor riesgo cardiovascular, irritabilidad, agotamiento emocional y disminución de la capacidad de cuidado.
Estrategias para mejorar el sueño en la oncología
En pacientes:
- Control adecuado del dolor y los síntomas.
- Uso de medicamentos específicos bajo supervisión médica.
- Terapias complementarias como meditación, mindfulness, ejercicio moderado o terapia cognitivo-conductual para el insomnio (CBT-I).
- Promoción de una buena higiene del sueño: rutinas relajantes, ambientes oscuros y sin pantallas antes de dormir.
En cuidadores:
- Reparto de tareas y búsqueda de apoyo profesional o familiar.
- Rutinas personales de descanso y autocuidado.
- Técnicas de relajación y acompañamiento psicológico o grupal.
El sueño debería considerarse parte del plan terapéutico. Evaluar su calidad, abordarlo de manera interdisciplinaria, educar sobre su importancia y utilizar herramientas tecnológicas para monitorearlo son pasos clave para mejorar la experiencia del paciente y de su entorno.
Dormir bien no es un lujo ni un detalle menor. Es una herramienta terapéutica que fortalece el cuerpo, calma la mente y mejora la calidad de vida de quienes atraviesan el proceso oncológico.
