Un homenaje a los inicios de una herramienta clave en oncología.
El 8 de noviembre se celebra el Día Mundial de la Radiología, en conmemoración al descubrimiento de los rayos X por Wilhelm Conrad Röntgen en 1895.
Apenas un año después, en 1896, el médico francés Victor Despeignes realizó uno de los primeros intentos documentados de utilizar radiación en un paciente con cáncer de estómago. Fue un hecho pionero que marcó el inicio de la relación entre la radiología y la oncología.
Desde entonces, la radiología ha transformado profundamente la forma en que se diagnostica, trata y acompaña el cáncer.
Hoy, técnicas como la tomografía computada (TAC), la resonancia magnética (RM), la mamografía, la ecografía y el PET-CT permiten detectar tumores en etapas tempranas, evaluar su extensión, planificar tratamientos y monitorear la respuesta terapéutica con una precisión impensada hace un siglo.
La evolución tecnológica ha sido enorme: las imágenes son más nítidas, la dosis de radiación es menor y la interpretación se apoya en inteligencia artificial, que colabora en la detección y en la toma de decisiones clínicas.
En oncología, la radiología no solo aporta información diagnóstica, sino que guía cirugías, radioterapias y tratamientos personalizados, convirtiéndose en un pilar central del abordaje multidisciplinario del cáncer.