El cáncer de cuello uterino es uno de los pocos tipos de cáncer que podemos prevenir casi por completo.
Gracias a los avances médicos, hoy sabemos que la vacunación contra el virus del papiloma humano (VPH) y los controles ginecológicos periódicos pueden evitar la gran mayoría de los casos.
Aun así, sigue siendo una enfermedad que afecta a miles de mujeres en todo el mundo, especialmente en contextos donde el acceso a la salud es limitado.
Vacunación contra el VPH
- Se aplica en varones y mujeres, preferentemente entre los 9 y 14 años, antes del inicio de la vida sexual.
- En Argentina, forma parte del calendario nacional de vacunación, por lo que es gratuita y obligatoria.
Controles ginecológicos y estudios de detección (cribado)
Existen dos herramientas principales:
- Papanicolaou (PAP)
- Detecta cambios en las células del cuello uterino.
- Se recomienda a todas las mujeres de 25 a 64 años.
- Debe realizarse una vez por año y, si hay dos resultados normales consecutivos, puede repetirse cada tres años.
- Test de VPH
- Identifica directamente la presencia del virus.
- En Argentina, se recomienda a partir de los 30 años, cada 5 años, o antes si el médico lo indica.
- Puede hacerse junto con el PAP.
Ambos estudios son simples, indoloros y fundamentales para detectar lesiones antes de que se conviertan en cáncer.
Desde la oncología, este día nos invita a reflexionar sobre cómo cada uno de estos elementos —vacunación, cribado, tratamiento— impacta en la práctica clínica, la calidad de vida de las pacientes y los procesos de seguimiento. También es una oportunidad para comunicar que:
- No se trata solo de “prevención de cáncer” en abstracto: es acompañar a mujeres reales que pueden evitar un diagnóstico avanzado.
- En el acompañamiento oncológico, la detección temprana reduce la necesidad de tratamientos más agresivos y mejora los resultados.
- La equidad importa: las mayores tasas de mortalidad se concentran en contextos con menor acceso a servicios.
