Cuando se diagnostica un cáncer, uno de los primeros pasos médicos es determinar su estadificación.
Esto significa evaluar el tamaño del tumor, si se ha extendido a ganglios linfáticos cercanos o si hay metástasis en otros órganos.
La estadificación es clave porque:
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Permite conocer la extensión real de la enfermedad.
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Ayuda a decidir el mejor tratamiento posible.
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Facilita que médicos de todo el mundo hablen un “lenguaje común” al describir un tumor.
Clasificación más utilizada: TNM
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T (tumor): mide el tamaño y extensión del tumor primario.
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N (nódulos): indica si hay ganglios linfáticos comprometidos.
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M (metástasis): determina si el cáncer se ha diseminado a otros órganos.
Con estos parámetros, los cánceres se agrupan en estadios del I al IV:
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Estadio I: enfermedad localizada, en etapas tempranas.
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Estadio II-III: enfermedad localmente avanzada, con mayor tamaño tumoral o ganglios afectados.
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Estadio IV: enfermedad metastásica, cuando el cáncer se ha diseminado a otras partes del cuerpo.
La estadificación no solo describe la enfermedad en un momento determinado, también orienta al equipo médico en la elección del tratamiento y en la estimación del pronóstico.
Si tenés dudas sobre tu diagnóstico o la estadificación de tu cáncer, conversalo con tu equipo médico. Cada caso es único y merece una explicación personalizada.