Constanza

Cáncer, una palabra que da miedo, que tiene mala prensa.

Entrar en shock ante la noticia.

Ya viví de cerca el dolor del cáncer y su sufrimiento hacia la muerte con un familiar.

Sentir la angustia, pero esta vez, en primera persona.

Sentirse vulnerable, sentirse finito.

Vivenciarlo.

Pensar en mis hijos, en mi marido, en mi familia.

Sentir miedo.

Y luego, aceptar lo que me toca vivir.

Deshacer los prejuicios sobre la enfermedad, no asociarla ya con muerte, si no con una oportunidad.

Las tormentas asustan, pero también pasan.

Pensar que creía poder planificar las cosas, pero en realidad no puedo controlar todo.

Sentir que hay que emponderarse para poder  atravesar ciertas situaciones.

Sentir que puedo levantarme de una caída, sacudirme, las veces que sea necesario y volver a caminar.

Hay momentos que cuesta, que duele, que aprieta.

Poner el cuerpo, que se vuelve frágil.

Y seguir, seguramente, de otra manera.

Resignificando.

Valorar la compañía de los otros, apoyarse en los que nos entienden, nos contienen.

Las cosas se van acomodando.

Sentirse resiliente, con energías para hacer y también para transmitir, pero esta vez, desde lo vivencial.

Agradeciendo, porque sola es difícil pero con otros es más llevadero.

Con familia, con amigos es más fácil.

De a poco se encuentran caminos, posibilidades.

Un nuevo hoy, para poder continuar distinto. Quizás algo más espiritual, y hasta más agradecida.

Me ayuda hacer. Hacer a través de lo plástico, dibujar, modelar, crear, garabatear.

Expresarme, para decir lo propio y sacarlo hacia afuera.

Otros lo harán a través de la escritura, como lo hago ahora, o de la música, de la danza. Pero que lo hagan.

Transmitir eso.

Es importante HACER para poder SER.

Hacer lo que nos hace bien, y darnos cuenta que estamos siendo.

Bajar un cambio.

Ver las cosas desde otro lado.

La tormenta pasó y ahora toca disfrutar.

Disfrutar esta oportunidad y simplemente agradecer.