La bailarina

Era una noche más, como todas las noches, después de cenar y de la sobremesa, con la mesa despejada y la vajilla limpia, pedí permiso y me retiré a mi cuarto, preparé la ropa para ir a trabajar al día siguiente y preparé el camisón que iba a usar después de bañarme.

Como todas las noches me dispuse a tomar una ducha, entré al cuarto de baño, me introduje en la bañera, y dejé correr el agua calentita sobre mi cuerpo, me lavé la cabeza, me enjaboné de pies a cabeza, y disfruté la cantarina melodía del agua sobre mi piel, ese es el momento en el cual el tiempo deja de correr y mi mente empieza a descansar. Pero definitivamente esa noche no fue una más, tuvo matices diferentes, salí de la bañera, me cubrí con un toallón y me dirigí a mi cuarto, donde me esperaban mi abrigado camisón y el calor del cuerpo de mi esposo, eso si como todas las noches. Me senté en la cama y comencé a secar mi piel hasta que llegué a mis pechos, alargados por el transcurrir de los años, pero míos, mi orgulloso escote, toqué un bulto en mi seno derecho, algo nuevo, diferente y raro, era la primera vez, le comenté a mi esposo y dije no es nada lo voy a masajear y si no desaparece voy a consultar, tal vez sea tan solo un quistecito cebáceo.

Al día siguiente, sin demorar la consulta, decidí pedir turno con mi médica ginecóloga y ahí empezó todo, la incertidumbre, el trajín de conseguir turnos para los estudios adicionales para poder obtener los resultados que permitieran tomar decisiones, atravesar los mismos con la esperanza, que nunca me abandonó, de que fuera la nada misma, pero no fue así, finalmente un llamado de la mastóloga encendió la alarma, debía ir a buscar los resultados y ella los iba a ver en el transcurso de ese día.

Llamé al consultorio una vez que tuve en mis manos los tan esperados resultados, la ansiedad hizo que los leyera y la palabra inesperada estaba inmersa entre otras que no podía descifrar, pero esa palabra es detonante de un montón de sentimientos y sensaciones, finalmente recibí el tan ansiado llamado, debía concurrir al consultorio a media tarde; lo llamé a mi esposo y le pedí una vez más que me acompañe, sabía lo que iba a escuchar, pero no tenía idea de la dimensión que tomaría escucharlo de la forma en la que me lo dijo la médica, sin anestesia, dijo: “si yo fuera vos, me saco la mama”.

Un baldazo de agua fría, una sensación de soledad infinita, aunque estaba con mi esposo, mi gran continente, mi gran compañero de ruta, sin embargo ante la necesidad de tener que tomar una decisión sentí soledad y angustia, la primera reacción es llorar y maldecir. Tomamos coraje y fuimos a comprar el frasquito para ir al otro día a hacerme los estudios para el pre quirúrgico, junto a una placa de torax y una ecografía abdominal. Cuando subimos al taxi rumbo a casa mi gordo me hace una insólita pregunta: “Que función cumple la mama?, amamantar le dije, y el agregó, a la mierda la teta”. DECISION TOMADA

Y seguimos aprendiendo, el ecografista dice ya te operaron, no le contesté, bueno el hígado está limpio. Ahí aprendí me mandó a hacer estudios para ver si había metástasis, me fui familiarizando con el tema, me empecé a hacer amiga, a dejar de tenerle miedo, yo soy más fuerte, no me va a vencer.

Llegó el momento, sin miedo al quirófano ni a la anestesia, con la compañía de todos mis apoyos morales, mi marido, mis hijas y mi madre, me apersoné en la clínica, me admitieron y esperé a que me vinieran a buscar, guau, suena fuerte, pero es así. Finalmente, todo pasó sin que tuviera conciencia del tiempo que transcurrió. Cuando me desperté y me llevaron al cuarto me ví rodeada de gente querida, y seguí aprendiendo, me di cuenta de a cuánta gente le importo.

Primera parte atravesada, sin dolor porque se lo había pedido, y me fui a los dos días a casa, había entrado entera al quirófano, pero no salí de la misma manera, me faltaba algo, pero estaba viva y con ganas de seguir.

Ahora, a esperar, a recuperarme de la paliza que fue la cirugía, a rehabilitar el brazo, y seguir y seguir.

LLegó el momento de ir a buscar los resultados de la biopsia, y se la mandé vía correo electrónico a la mastóloga, quien al leerla me llamó y con la misma voz gélida y sin sentimientos, me informó: “te va a mandar (la oncóloga) a hacer quimio de manera preventiva, porque hay células cancerígenas desparramadas por el tejido mamario, que son tres meses en una vida?, se te va a caer el pelo, pero después crece!”. Otro balde de agua fría, helada diría, pero las palabras de Dora hicieron que pensara en la vida, en seguir y no temer.

La quimio fue dura, entre el primer y segundo ciclo me rapé, ya tenía pañuelos y la peluca (filomena), que hoy está en el vestuario del taller de teatro al que concurro hace tres años, pero en casa estaba con la cabeza descubierta, poco a poco perdí todo el pelo, todo, se entiende?; pero nunca el sentido del humor, la fortaleza y las ganas de vivir.

Bueno esta etapa fue dura, pero valió la pena, se puede decir que fue un gran aprendizaje, todavía sigo tomando tamoxifeno y haciéndome controles dos veces por año, cada vez que me hago un estudio aparece la angustia y no estoy tranquila hasta que no tengo los resultados, que hasta ahora siempre fueron alentadores, sigo “limpia”.

Dos años y medio después de la mastectomía, tras un viaje en crucero con mi marido y mis hijas y de sentirme incómoda con la prótesis externa; por fin me animé a la cirugía reparadora, primero el expansor, después el llenado y finalmente la prótesis, ahí cerré una etapa, me puedo volver a mover con libertad, me siento entera, vuelvo a tener mis dos pechos otra vez.

Empecé a bailar, la vida es una bella danza, y cada día nos presenta una nueva melodía. Salsa, inglés, terapia, trabajo, puro baile y alegría. Pero cuando uno baila a veces hay que tomarse un descanso, y volvió a pasar, fui a mi control ginecológico anual ya con 52 años de vida cronológica y una actitud de juventud adolescente, y me mandó a hacer la primera videocolonoscopia de control………

Me acompañó mi hija mayor, transcurrió con tranquilidad, volví a perder la noción del tiempo. Cuando pude, me levanté, me cambié y fuimos hacia la sala de espera, precisamente a esperar los resultados, y pasó nuevamente, me sacaron un pequeño pólipo, pero había otro que no lo sacaron porque ese por su forma tenía riesgo de sangrado, cuando tuviera los resultados de la anatomía patológica del pequeño, combinaríamos para extirpar el otro, tenía una forma graciosa, parecía un hongo, pero escuchar que había que seguir, encendió la alarma, otra vez poner el cuerpo, me invadió el llanto, el sopor, el recuerdo de lo anterior, pero respiré hondo, saqué fuerzas de no sé donde y volví a esperar.

Mientras esperaba, seguí bailando, danzando como una hoja en el viento, hasta que llegó el día de retirar el resultado del chiquito, era bueno, así que respiré.

Fui a ver al gastroenterólogo con el informe y pusimos fecha para extirpar ese otro pólipo, pedimos materiales en la obra social, y me volví a internar, una vez más me encontré en una habitación esperando que me vengan a buscar, si bien siempre es igual, nunca es igual, tardaban y mi fiel amor se impacientaba, había que estar calmo para atravesar el momento lo mejor posible, finalmente apareció el camillero y me llevó al mismo lugar donde me hicieron la primera videocolonoscopia, otra vez me dormí y perdí la noción del tiempo, cuando me desperté todo había terminado. Me llevaron al cuarto, me quedé internada hasta el otro día, después de un té con galletitas y un rato , me fui a casa, a esperar.

Otra vez, la incertidumbre, la ansiedad, el cambio de humor, y la esperanza de que ésta vez estaría todo bien, pero …….. después de una interminable espera, al retirar los resultados volví a encontrarme con la palabra, esa palabra que despierta los alertas y los miedos y ansiedades. Otra vez nos enfrentamos al monstruo. Ahora había que operar, no tenía cirujano conocido, pero en el consultorio contiguo al del gastroenterólogo atendía un cirujano que recibía a sus pacientes de una manera en la que me gustaría serlo a mí también, y lo fuí a ver, resultó ser el jefe del servicio, pero me enteré después.

Lo fuimos a ver, nos explicó todo, y nos dijo, hoy por hoy el cáncer es una enfermedad crónica, y volvimos a poner fecha, a hacerme los estudios prequirúrgicos, y una vez más me interné y me operaron, tuve la experiencia de atravesar la primera etapa postquirúrgica en terapia intensiva, y después en un cuarto común, tras una semana de internación se produjo el milagro, pude evacuar mis intestinos, ahora acortados, y me fui a casa. Con la tranquilidad de saber que se cerró otra etapa, pero otra vez me equivoqué, una infección de pared me llevó a volver a la clínica, dos veces, una última entrada al quirófano para una toilette quirúrgica, y finalmente la libertad.

Si, libertad de vivir, entera, plena, disfrutando de cada instante, la moraleja, un gran aprendizaje, la enseñanza, la vida es un baile con el viento y yo una hoja que el viento lleva de un lado al otro, que baila……… y seguirá bailando