Cronología de una noticia inesperada

 FNP

 Agradecimiento: Dedico esta breve historia a mis padres, mi familia, mi novia y mis amigos que me brindaron su apoyo incondicional en todo momento. Para ellos son estas palabras, pues es gracias a ellos que pude superar esta enfermedad.

  1. El descubrimiento.

La estructura domina mi vida. Los cuadros, los esquemas y toda aquella herramienta que dote de previsibilidad y me asegure una zona de confort son aspectos que suelo incorporar.

Soy abogado, y a los veinticinco años me encuentro finalizando un Master en Derecho y Economía. Toda mi vida luché y me esforcé como si alguien detrás de mí me exigiera más y más. Me pregunto por qué siempre maneje esos niveles de exigencia.

Es viernes por la noche y estoy cansado. Fue un día largo en el trabajo y solo quiero recostarme a mirar televisión. De repente un pensamiento viene a mi mente. Días atrás me había percatado de una leve dureza en un testículo.

No creo que sea nada. Si lo analizamos, la asimetría en esa parte del cuerpo es una realidad, ¿por qué debería haber algo malo? ¡Vamos Fede! no seas hipocondríaco.

A modo de “juego” se me ocurre buscar el diagnóstico en internet. Está claro que no estoy pensando con racionalidad, ¿Un buscador de sitios web reemplazando la labor de un médico? Enter en buscar y un sinfín de diagnósticos distintos aparecen frente a mis ojos. No dejo de leer la palabra Cáncer ¿Qué está pasando?

No me puedo dormir. Tengo miedo de lo que pueda llegar a pasar. ¿Cómo puede ser que a esta edad me pase algo así? La duda me invade. No se si pensar que estoy exagerando o realmente es algo para alarmarse.

Es sábado por la mañana y amanezco con una sensación de alivio. Comienzo a pensar que tal vez exageré la noche anterior producto del stress y el cansancio. Sin embargo, algo me inquieta: ¿Debería ir a la guardia?

No es un sábado cualquiera, es 24 de noviembre de 2018 y se juega la final de la copa libertadores de américa. River y Boca se enfrentan en un partido histórico. El país está expectante, mientras yo me encuentro sentado en la sala de espera del hospital Anchorena (después como todos pudimos observar el partido se suspendió por aquel famoso incidente sobre la calle Monroe).

Yo: ¡Buenas tardes doctor! Tal vez se preguntará que hago en un hospital horas antes del partido, pero detecté que tengo un testículo un poco endurecido y luego de una consulta en Google prefiero quedarme tranquilo.

Claro, enfrentar el miedo con humor ¿qué otra mejor estrategia? El médico coincide en la anomalía y decide hacerme unos estudios”. Esa sensación donde uno cree que exagera lentamente se aleja.

Ese día en la guardia finaliza con un cirujano indicándome los estudios que debería hacerme previo a la operación ¿operación? Tengo Cáncer.

Cuando a una persona le diagnostican Cáncer muchos pensamientos y sentimientos aparecen: negación sobre la realidad, búsqueda de explicaciones, angustia, y recuerdos de los más diversos. El Cáncer es un punto de inflexión, es un antes y un después. Mi vida estaba pausada y la estaba observando desde fuera.

El protocolo preestablecido frente a este tipo de tumor es la extirpación del testículo ¿podré ser papa después de esto? Realmente necesito información, pero al mismo tiempo me aterra que me digan algo que no pueda enfrentar.

Analicemos juntos: Charlie García se tira de un noveno piso y sobrevive, y yo que toda la vida hice deporte y tuve una vida sana ¿tengo que enfrentar esto? ¿por qué a mí? Si yo valoro mi vida y la disfruto día a día ¿qué hice mal?

¿Alguna vez se encontraron en una situación donde su vida parecía una película? Bueno, en esta situación, yo era el protagonista y no podía parar la filmación. Estaba en la típica película donde los personajes son felices y de repente algo cambia sus vidas para siempre.

 

  1. El equipo.

¿Tengo Cáncer? ¿Es realmente posible esto? Busco refugio en mi familia. Le cuento a mi padre y a mi novia los cuales comienzan a llenarme de aliento y palabras tranquilizadoras. Hay un problema: mi madre años atrás había sufrido un episodio cardíaco y los médicos habían recomendado que hiciera “una vida tranquila” ¿podrá soportar esta noticia?

La liviandad del término “una vida tranquila” creó un marco de incertidumbre durante los años posteriores a dicho episodio sobre la fortaleza de mi madre ¿afectaría su salud una noticia de tal magnitud? Cuantas dudas. Debo decidir. Los plazos son cortos y la racionalidad escasea.

Opto por priorizar su salud y esperar hasta tener más certeza sobre mi estado. Un dilema es una situación donde ambas posibilidades son malas. La pregunta está en determinar cuál es el mal menor. En el caso en concreto existen múltiples escenarios posibles, pero aquel donde le contaba la noticia a mi madre afectando su salud, representaba un altísimo costo para mí.

¿Vos qué harías? No hablamos solo de lidiar con uno mismo, sino sumarle la preocupación por la salud de un ser amado ¿Qué tan fuerte sos? Respetaré mi decisión y aceptaré mi responsabilidad si es un error.

El daño que genera esta enfermedad no solo es una cuestión individual. El daño colateral producido en los seres queridos es tan grave como aquel que recae sobre la persona enferma.

A medida que pasa el tiempo sumo lentamente a amigos y familiares. Cada tanto, a modo de catarsis, es muy útil contárselo a otros. Por un lado, sirve para asimilar la realidad y naturalizarlo, mientras que, por el otro, sumas apoyo tanto físico como psicológico de seres que te aman.

 

  1. La operación.

Toda mi vida el Cáncer me había parecido una enfermedad tabú. Extrañamente varias veces en mi vida me había imaginado a mi mismo en esa situación ¿había atraído con mis pensamientos la enfermedad? ¿era esto posible?

Siempre recuerdo una historia de un viejo amigo. Él contaba que un familiar (llamémosle “Juan”) había tenido un tipo de Cáncer varios años atrás y debía hacerse controles periódicos. Juan un día llega a su casa y se sienta en su sillón a mirar televisión. Su perro aparece y comienza a comportarse de una manera muy particular. La mascota se subía encima de él, apoyaba su cabeza en su pecho y lloraba ¿qué le pasa? ¿qué me está diciendo?

El hecho se repite varias veces y cuando llega el día del control Juan solicita que le hagan un estudio más amplio de los que se venía sometiendo. Más precisamente que la tomografía sea de cuerpo entero. Sentía que algo andaba mal y necesitaba ser más precavido.

La presencia de dos tumores en el cuello es el resultado de los exámenes realizados. Ese perro había salvado su vida.

Días previos al diagnóstico, me había pasado algo similar. Siempre me había caracterizado por tener un gran feeling con los perros. Cuando tenía la suerte de cruzarme con uno, siempre venía y me invitaba a jugar. Sin embargo, en esos momentos previos ocurría todo lo contrario: me ladraban como avisándome/alertándome de algo.

Es muy difícil de creer este tipo de sensaciones, pero tiempo después no tengo dudas que ellos algo percibían. Ante desastres naturales como tsunamis o terremotos, son los animales los primeros que se enteran de los mismos. En este orden también son mascotas las que ayudan a personas con epilepsia u enfermedades similares donde estos pueden detectar con anticipación la aparición de cualquier episodio.

Es lunes y ya van dos días de la noticia. Destruido mentalmente me hago uno por uno los estudios correspondientes. No entiendo de donde saco fuerza para enfrentar la burocracia hospitalaria, pero consigo todo para fechas cercanas.

Es jueves y conozco a mi cirujano. Mira mis estudios con cara de preocupación: “te opero el lunes me dice”. Felicidad invade mi cuerpo. Claro ¿qué mejor noticia que aquella donde el tumor maligno saldría de mi cuerpo?

Llega el día de la operación y me siento confuso. Nueve días antes hablaba sobre reuniones, proyectos y viajes, mientras que ahora tengo que ser operado prácticamente de urgencia. Tengo mucho miedo de lo que pueda pasar, pero no depende de mí. Es una situación donde solo queda enfrentar los hechos.

Ya acostado en la camilla me dicen que cuente hasta 10. No se que hacer ¿cuento? ¿debo hacer fuerza para no dormirme? Siento que no tengo el control de la situación desde ningún punto de vista, solo queda confiar.

En un abrir y cerrar de ojos la operación ya había finalizado y me encontraba fuera del quirófano recobrando la consciencia lentamente. Una parte importante de la lucha había finalizado, ahora quedaba hacer el reposo y pasar a una próxima etapa.

 

  1. Un error de cálculo.

En los días posteriores a la operación me habían aconsejado hacer reposo a los fines de permitirle a la herida recuperarse rápidamente. Una persona como yo, que siempre había postergado el análisis interior se veía obligado a hacer un “alto” y repensar que había sucedido.

De esta manera es como llega a mi mano mi primer “libro espiritual”. Claro cuando un agnóstico tiene miedo, deja su escepticismo de lado y empieza a creer que tal vez y solo tal vez algunas cosas son más probables de lo que uno creía. Uno es 100% responsable de lo que le pasa afirma el autor. Lo que me hace a pensar entonces ¿en qué me equivoque? Esta pregunta me acompaña durante todo el proceso.

Mientras espero el resultado de la biopsia, me hago un PET y análisis tumorales de sangre. Era la hora de la verdad, había que ver si había “metástasis”. Este tridente de estudios determinaría no solo en que universo me encontraba, sino el camino de estrés en el cual caminaría a una eventual y próxima etapa: la quimioterapia.

Por algún motivo los tres resultados se encuentran a mi disposición al mismo momento. Solos con mi novia en una sala de espera no tenemos mejor idea que leerlos por nuestra cuenta. Yo no puedo graficar el susto que nos pegamos en ese momento. Una de las peores decisiones de mi vida fue considerar que era capaz de entender esos informes.

Realmente pensé lo peor. Gracias a amigos cercanos (profesionales médicos) a los cuales pudimos enviarles los resultados pudimos quedarnos tranquilos. Estaba todo normal, solo que al desconocer los términos parecía una catástrofe tras otra. No había metástasis ni ningún otro tipo de problema ¡Es una alegría inmensa!

Una semana después mi urólogo confirma mi tranquilidad. La recuperación estaba más encaminada que nunca. La ansiedad de saber dónde estaba parado había hecho que casi me muriera de un susto. Hay que saber elegir las batallas y sus momentos. Nunca más me adelantaría de esta manera.

 

  1. Desmitificando la quimioterapia.

Las fiestas de fin de año ya pasaron y nos encontramos en el 2019. No fui el alma de la fiesta, pero supe mantener un cierto grado de equilibrio y celebrarlo con toda la familia. Solo brindé por salud. Solo eso quería.

Se avecinaban dos desafíos importantes. El primero contarle todo lo que había pasado a mi madre. El plan inicial era reducir los niveles de incertidumbre sobre mi salud hasta hacerlos tolerables. En segundo lugar, había que conocer a mi oncólogo y con todos los resultados, determinar el camino a seguir.

Es Domingo cinco de enero y en una cena familiar le revelo a mi madre lo que había sucedido. Con lágrimas en los ojos me abraza y me dice que me apoyaría en lo que quedara del tratamiento. Es difícil poder anticipar la reacción de una persona. Sinceramente había pensado que se ofendería por no haberla hecho parte de lo que estaba viviendo, pero predominó la alegría ya que lo que restaba solo tenía carácter “preventivo”.

Ya con mi madre en el equipo, voy a ver al oncólogo para saber sobre los pasos a seguir. Ya había luchado unos meses contra esta enfermedad y si había que hacer una lucha final, no me iba a hacer a un costado. Desde el principio se enfrentó la situación y esta no iba a ser una excepción.

Mi oncólogo me explica mi situación y me dice que debía hacerme dos ciclos de quimioterapia los cuales durarían un mes y medio en total (catorce sesiones). Aunque una parte de mi pensaba que no iba a hacer necesario pasar por esta clase de tratamiento, estaba preparado para este tipo de noticia.

Son los días previos al 28 de enero (día establecido para el comienzo del tratamiento) y decido consultar por distintos medios con personas que hayan experimentado este tipo de situaciones. Principalmente me molesta la incertidumbre sobre los efectos de la medicina.

Todos coinciden un poco en lo que apreciamos en televisión. Náuseas, vómitos, cansancio generalizado. Momento posterior a diversas charlas me doy cuenta de que no resta otra cosa que vivirlo.

Llega el día del comienzo y solo tengo miedo e incertidumbre de cómo será. Es complicado crear el propio concepto sobre los efectos de un determinado tratamiento, por los sesgos creados por las películas, series y experiencias de otras personas.

La realidad es que son muchos los tipos de drogas que pueden aplicarte y lo mismo depende del tipo de tumor. Asimismo, tu cuerpo responderá de manera distinta a cada medicina, hecho por el cuál, hay tantas vivencias respecto a este tratamiento como personas que les toque enfrentarlas.

Si bien uno puede sufrir mucho miedo al enfrentarse a este tipo de enfermedad, la realidad es que, en mi caso personal, nunca se hicieron tangibles los efectos de la misma. Es recién con la quimioterapia que físicamente se materializan síntomas propios del Cáncer.

Comienzo el tratamiento con gran temor y respeto. Luego de tres días de desánimo,  una imagen viene a mí cabeza. El día anterior había compartido la sala de quimioterapia con un hombre de avanzada edad. Durante su tratamiento él trabajaba con lo que parecía ser labores de su oficio diario, mientras yo no podía con una simple serie de televisión ¿qué estaba pasando? Más tarde ese día en mi casa acostado me pregunto ¿qué pasa conmigo? ¡Yo no soy así! ¡Esto es cuestión de actitud! Me propongo hacer diez flexiones de brazos y lo consigo. En este punto me doy cuenta de que la fuerza está, solamente que está escondida detrás de un profundo desgano.

Lentamente me voy percatando que mis veinticinco años y una vida de deportista tienen su recompensa. Si bien me siento desganado poseo energías para hacer gimnasia. Esto me da ánimos y me llena de fuerzas. Por primera vez creo que no va a ser tan terrible. Me relajo y me acostumbro al presente. Va a pasar más rápido de lo que uno cree.

 

  1. El final: Los seres humanos tenemos dos vidas: la segunda comienza cuando nos damos cuenta de que solo tenemos una (Confucio).

Es abril del 2019. Estoy en Estados Unidos tomando sol mientras leo un libro. La operación y los tratamientos son ahora solo recuerdos de un hecho que marcó mi vida, pero son eso: recuerdos. Tengo que ocuparme durante años de los controles correspondientes pero la lucha llego a su fin.

¿La lucha llega a su fin? Pensar que no restan desafíos en mi vida sería algo muy optimista. Uno supera un obstáculo, pero es solo eso. La vida está llena de imponderables que uno debe afrontar de la mejor manera para poder continuar.

¿Qué perdí y que gané después de toda esta vivencia? No es sencillo este proceso de aprendizaje ¿qué quedará después de todo esto?

¿Cómo definirías al Cáncer? Una persona que no está familiarizada con la enfermedad la asocia con conceptos tales como muerte, dolor y quimioterapia entre otras cuestiones. El Cáncer es una lucha contra uno mismo para mantenerse firme cuando parece que el barco se hunde. Es una prueba de fuego a la fuerza de voluntad. El Cáncer, como mencioné, es un punto de inflexión. Hay momentos donde es más peligrosa tu propia mente que la enfermedad en sí.

Entiendo que serán años los que tardaré en interiorizar esta experiencia. Y está perfecto que así sea.

Han pasado años y me he hecho diversos controles posteriores a la finalización de todo lo vivido. Gracias a Dios todos me dieron bien y lentamente la vida se va normalizando.

En mi opinión el Cáncer es un arma de doble filo: por un lado, nos recuerda la importancia y el valor de la propia existencia, mientras que por el otro nos muestra la fragilidad de nuestras vidas. Tengo la tarjeta “free cancer” que a uno le “otorgan” pasados los cinco años desde que no reaparecen los síntomas.

Veo a mi doctor y le pregunto: ¿Lucas cuando debo volver?, me mira y me responde: Volve cuando sientas que debas hacerlo… ¡disfruta tu vida!