Adamas

Cuando mi tío me comentó del concurso literario para el cual estoy escribiendo, me pareció una excelente oportunidad de redactar unas líneas y poder llegar a todo aquel lector que pueda leer esta narración, transmitiendo un claro mensaje a partir de la historia que me tocó afrontar y la cual sigo viviendo: ser optimista y pensar siempre en positivo.

Es decir, si uno pierde el tiempo preocupándose por lo malo, y se ocupa de resaltar innecesariamente aquello que no puede repararse, nunca va a salir adelante. En cambio, viendo el lado bueno de las cosas, teniendo una actitud constructiva frente a los problemas u obstáculos y buscando soluciones, sin lugar a dudas, uno puede afrontar cada situación de la mejor manera y los pensamientos serán otros, ya que la mente es el poder más grande que tenemos los seres humanos.

El objetivo de este relato es brindar un mensaje alentador e inspirar a otro a darse cuenta que se puede estar bien, que se puede estar mejor, que no todo está perdido y que siempre hay que sacar lo positivo de cada una de las cosas que nos suceden. Los milagros existen y en consecuencia, rendirse no está permitido jamás.

Los pacientes oncológicos somos personas que aprendemos mucho en el día a día atravesando esta enfermedad que se nos cruzó en el camino de la vida y por lo tanto tenemos mucho por enseñar y transmitir. Uno puede ponerse a pensar, ¿por qué me tiene que pasar esto a mí? Será porque somos seres especiales con una personalidad que se caracteriza de una fortaleza que no se puede derrumbar. Será porque a raíz del descubrimiento de la enfermedad, se puede prevenir que la misma avance. Y así, podría seguir pensando muchas cosas más. Lo cierto, es que el pensamiento positivo juega un papel muy importante en la mente de cada uno y hasta puede cambiar lo imposible en algo posible. Esto es lo que quiero transmitir.

Como es sabido, esta enfermedad no es como cualquier otra y por sus diferentes tipos de tumores, algunos más comunes y otros no tanto, es muy temida cuando se la escucha. Pero lo más importante es que existen métodos preventivos y cuando se la descubre a tiempo la curación es un hecho. Por supuesto con los controles médicos crónicos con los cuales el paciente tiene que convivir obligadamente luego del tratamiento que le toca.

Me diagnosticaron un Melanoma Ocular de Coroides en el ojo izquierdo en el año 2014 con tan sólo 27 años. La primera cosa positiva que pude ver fue el tipo de tratamiento que me podían realizar para combatir el tumor. Hace muchos años atrás la única opción era directamente sacar el ojo mediante la enucleación. Hoy en día, debido a los avances tecnológicos, existen tratamientos más avanzados y ya no es necesario perder el ojo sino atacar al tumor mediante una especie de radioterapia denominada Braquiterapia.

Me hicieron un chequeo general de todo el cuerpo para saber si lo que me había aparecido en el ojo no estaba en otra parte del cuerpo y la gran noticia fue que las células malas estaban sólo ahí y no habían viajado a otro órgano, por lo tanto, lo positivo de esto fue que, no sólo se descubrió a tiempo, gracias a un desprendimiento de retina que el propio melanoma produjo y que al provocarme una visión borrosa, me hizo ir a consultar con el médico, sino que también el tratamiento que me iban a hacer era localizado, lo que significaba que no sería tan invasivo a todo el cuerpo como lo son otros tratamientos. Aunque los médicos me anticiparon que traería daños colaterales como la probabilidad de perder gran parte de la visión, a mí no me importó. Lo único que quería era hacerme el tratamiento y que pasara la tormenta.

Para el tratamiento que me tenían que realizar era necesario traer del exterior una pieza fundamental y por lo tanto pasaron casi 45 días hasta que me lo pudieron hacer, que entre otras cosas consistía en una doble cirugía. Esos días de espera fueron muy intensos y lo que quiero destacar es el apoyo incondicional de mis familiares y amigos, quienes estuvieron desde el primer momento y me dieron fuerzas para seguir adelante. También fue de gran valor la contención de todos los especialistas que me atendieron, dándome la tranquilidad que necesitaba para poder afrontar el tratamiento de la mejor manera. Por otra parte fue conmovedor el apoyo que recibí a nivel laboral. Me dieron licencia desde el primer día en que recibí la noticia y hasta mi completa recuperación para volver a trabajar. Además fue notable como un compañero de trabajo, ayudó a acelerar los tiempos de mi intervención, por ser familiar de mi médico cirujano.

Luego de que el tratamiento sea un éxito y el tumor comenzara a achicarse, observándose por los controles que me iban haciendo a lo largo de los meses, lo que los doctores me anticiparon que podía pasar sucedió, perdí casi por completo la visión de mi ojo. Pero como dije al principio de mi relato, siempre hay que ver el lado positivo de las cosas. Todos tenemos dos ojos para poder ver, así como dos oídos para escuchar, dos pulmones para respirar, dos riñones para eliminar los desechos, dos brazos con sus manos y dos piernas con sus pies para movernos con facilidad. Así podría seguir nombrando distintas partes de nuestro maravilloso cuerpo humano que siendo tan perfecto no deja de sorprenderme día a día. A lo que me refiero, es que en el caso que tan sólo fallara una de esas partes, podremos complementar la función con su par.

Es por eso que comencé a valorar lo importante que es tener, en mi caso, un ojo sano para poder ver. Muchas veces no nos damos cuenta del valor de las cosas y tomamos como natural por ejemplo el hecho de poder mirar, pero cuando tenemos algún inconveniente en la visión, ahí nos damos cuenta del valor que es realmente ver con los ojos y poder disfrutarlo.

Con el tiempo me fui adaptando a este nuevo cambio en la visión y los controles fueron cada vez con menor frecuencia. Agradecido de que mi vida siguió siendo totalmente normal. Entre otras cosas cumplí con el deseo de irme de viaje por casi un año y tener una experiencia de vida en el exterior, conociendo nuevas culturas y personas de otras partes del mundo.

Sin embargo, cuando regresé de mi viaje a mediados del año 2018 y luego de hacerme los estudios correspondientes que me tocaban, me descubrieron cuatro lesiones que habían aparecido repentinamente en el hígado y que con mi antecedente, había que investigar de qué se trataban a través de una intervención quirúrgica. Fue una cirugía de alta complejidad que se dividió en tres partes: una metastasectomia, una hepatectomia y una colecistectomía. En resumen, los nódulos que me sacaron se mandaron al patólogo para su análisis y después de varios días de espera, finalmente resultó ser lo inesperado. En su momento, los médicos habían dicho antes de hacerme el tratamiento en el ojo, que si una célula mala había viajado a otra parte del cuerpo ya no se podía evitar. Y en este caso, eso fue lo que descubrieron, algunas de esas células malas viajaron al hígado antes de hacerme la Braquiterapia y se mantuvieron dormidas durante estos años hasta que se despertaron de un día para el otro. Entonces lo que a priori había sido una gran noticia, cuatro años después descubrirían que esas lesiones eran de la misma familia del ojo provocándome una metástasis en el hígado.

Pero nuevamente lo que quiero remarcar es que la mente positiva es muy importante en cada ser humano y hay que ver lo bueno de eso. La operación fue un éxito y sacaron todo lo que había que extraer. No tuve que realizar ningún tratamiento adicional y eso fue realmente alentador. Tengo que seguir con controles más estrictos, es decir lo que antes eran entre ocho a diez meses, ahora son entre dos a tres meses. Lo bueno es que justamente controlado uno puede prevenir lo que sea.

Mi vida cambio, pero creo que todo cambio es positivo. Pienso que las cosas suceden por algo y queda en uno darse cuenta cuál es el motivo o el por qué y a partir de allí obrar con una finalidad. Comencé a ver las cosas de otra manera, apreciar lo que uno tiene y darles un valor único e inigualable. Porque de eso se trata la vida, ser feliz siendo optimista y esquivar los obstáculos que se van presentando en el camino.

Para finalizar y haciendo una conclusión de lo dicho en este relato, quiero compartir algunas reflexiones que fui haciendo a lo largo de esta etapa y que, gracias a un amigo de la infancia que se dedica a trabajar con grupos, entre otras cosas en temas de motivación, me pidió que le escriba algo y lo primero que pensé es en plasmar en escrito estos pensamientos. Así como las famosas Máximas que nuestro Libertador le escribió a su hija con algunos consejos para su vida, yo también quise hacer lo mismo y llamarlas así. Son diez Máximas para aplicarlas en el día a día, con una sola finalidad, disfrutar con mayor plenitud la vida en este mundo:

  1. No hacerse mala sangre por cosas insignificantes, sino darse cuenta de lo que realmente es importante en la vida.
  2. Valorar que tenemos un alma que nos da vida y un cuerpo que nos permite vivir con su total funcionamiento.
  3. Recordar que somos seres racionales que nos adaptamos a los cambios. Al principio tendremos dificultades pero rápidamente encontraremos la facilidad para avanzar.
  4. Ver siempre el lado positivo de las cosas, la enseñanza y el aprendizaje de lo que nos sucede, nos hará encontrar nuestra misión en el mundo.
  5. Cuando aparezca un problema, no preocuparse sino ocuparse, afrontarlo y una vez solucionado pensar que fue algo pasajero y que no volverá a pasar.
  6. La vida es bella, tiene sus cosas lindas y sus cosas feas. No darse por vencido jamás, seguir siempre adelante pase lo que pase.
  7. No hacer lo que a uno no le gusta que le hagan. Amar a la familia y a los seres queridos.
  8. Apreciar los sentidos de nuestro cuerpo y disfrutarlos en su máximo esplendor, observando nuestro alrededor y viendo lo maravillosa que es la naturaleza.
  9. Ser feliz con lo que uno tiene y no envidiar al prójimo. Al contrario, alegrarse de sus propios logros.
  10. No dejar para mañana lo que puedes hacer hoy. Vivir el presente y aprovechar el tiempo cumpliendo tus propios deseos, pero sin dejar de planificar el futuro.