Guerrera

Soy descendiente de rusos e italianos.

Mi padre falleció de cáncer de próstata y mi hermano de cáncer de  pulmón.  Tuve una infancia común, feliz y con muy buena  salud.

Siempre me gustó viajar. Tuve la suerte de poder conocer Europa, Brasil, Uruguay, Chile y Argentina, siendo soltera.   Recién cuando enviudé pude retomar  mi sueño de recorrer el mundo.

Fui maestra rural a los 18 años (recién recibida), ejercí durante cuatro años.  Al regresar a Rosario estudié Asistente Social y gané una beca para estudiar Asistente Social de Empresas.  Trabajé durante 20 años en una importante empresa siderúrgica, me jubilé.  Me apasiona la fotografía y realicé varias exposiciones, las últimas dos fueron en mi etapa de cáncer y pronto haré la tercera.

En el año  dos mil diecisiete al volver de un viaje a Mina Clavero (Córdoba) para Semana Santa y Pascua de Resurrección, en el palier del edificio me golpeé el muslo de la pierna izquierda con la valija.  Al día siguiente fui a la flebóloga la que me recetó una crema y un estudio de ambas piernas.

El profesional que me realizó el estudio me dijo: hay un coagulito, pero no va a pasar nada. De regreso,  al visitar a la doctora me recomendó: si se siente agitada vaya  a la Guardia.   Al día siguiente caminé dos cuadras para visitar a una amiga y rezar el rosario, me sentí rara, con falta de aire y agitada pero pasó rápido el malestar y le resté importancia,  después de tomar una taza de café volví a casa. Al caer la noche pensé: que si bien nunca había ido a una Guardia Médica y considerando la recomendación de la doctora decidí sacar un turno con el cardiólogo, quien me recetó un estudio.

Cuando fui al consultorio del médico de cabecera me dijo que él me hubiera recetado un inyectable y no crema.  Le pedí que me revisara la panza porque la sentía hinchada, dura.  Me dijo que no porque ya me había recetado una colonoscopía y no recuerdo que más.

Para el día primero de Mayo recibí varias invitaciones para comer locro con empanadas, pero las rechacé porque no me sentía bien.

Al día siguiente tomé un taxi, fui a rezar a la capilla, a desayunar al bar de la esquina de casa y nuevamente taxi hasta la obra social para autorizar estudios.  Caminé 6 cuadras para llegar al Sanatorio para la consulta médica, debiendo sentarme en todos los bancos del bulevar. Al llegar la médica me derivó a la Guardia donde me hicieron una tomografía de abdomen.  La que determinó que tenía líquido provocado por cáncer de ovario y un coágulo en el pulmón, por lo que internaron en la misma guardia.  Me extrajeron cinco litros de líquido debí permanecer cuatro días.  Posteriormente pasé a Unidad Coronaria,  estuve 2 días y posteriormente en una habitación.

Al día siguiente me despertó un doctor que me dijo “yo soy su oncólogo”, yo lo miraba y si mal no recuerdo no atiné a decirle nada.  Mi estado era grave pero no me enteré hasta mucho tiempo después.  A los 20 días me dieron de alta  y considerando que yo vivo sola en un departamento, charlando con mi prima decidimos que lo mejor era internarme en un geriátrico, cuyos dueños son amigos míos.

Los primeros días compartí una  habitación doble,  hasta que puede trasladarme a otra privada.  A partir de ese momento me cambió la vida ya  que fue una experiencia muy difícil de superar.  Por consejo de  una enfermera me coloqué barbijo y comía en mi habitación,  si bien participaba de las actividades del geriátrico.  Me resultó muy difícil y penoso adaptarme a esta nueva situación.

Realicé tratamiento de quimioterapia, contraté a una reflexóloga y con la ayuda de familiares, amigos y la concurrencia a la capilla cercana al geriátrico para rezar el rosario y escuchar la misa los sábados a la tarde me fui recuperando. Concurrí también a reuniones grupales e individuales de psicología.

Debí esperar hasta el 19 de Setiembre para la operación de cáncer de ovario. Volví al geriátrico  para recuperarme y el 5 de Octubre festejé Mi Renacimiento con veinte personas:

1º en la Capilla rezando y agradeciendo

2º ir al bar a desayunar

El 6 de Octubre del 2017 volví a mi departamento continuando con mi oncólogo, ginecólogo y  hematólogo, debiendo agregar al cirujano por los dos quistes (10 cm) que se me hicieron en la panza hasta que uno de ellos desapareció el día de San Jorge,  cuando rezando en misa con el algodoncito que le pedí a la señora que lo repartía en la iglesia de Rito Bizantino, me lo puse en la panza, comenzó a latirme y yo pensé “me está desapareciendo”. El restante fue un poco más complicado,  pero también se fue (ja ja).

El día 12 de Noviembre del  2017 me reuní con mis alumnos de la escuela rural. Pasamos un día maravilloso después de cincuenta años y me subieron las defensas!

Todos los sábados voy a misa y el sacerdote me da unas bendiciones maravillosas que me ayudan a RESISTIR.

Debo agregar que no me cuestiono ni cómo, ni para qué, ni por qué a mí,  sino que sigo  “avanti” hasta que Dios diga basta.

El 12 de Enero del 2018 el oncólogo  después de ver los estudios me dijo: ¡ESTÁ CURADA! , Yo no lo podía creer…  La alegría duro poco, solamente un mes.

Me empezó a subir el valor tumoral y en los estudios realizados el 21 de Mayo del 2018 se descubrió una metástasis en el hígado, debiendo comenzar nuevamente el tratamiento de quimio.

Mientras,  hago una vida bastante normal. Vivo sola, salgo, voy al cine, etc., estoy en contacto permanente con el oncólogo que me dice que voy a hacer un caminito para llegar al consultorio, y nos reímos los dos.   Ante cualquier duda lo consulto y sigo el tratamiento con anticuerpos cada 3 semanas después de las sesiones de quimio porque mi cuerpo ya no las resiste más.

Si bien no estoy curada   las dos últimas tomografías están iguales y el valor tumoral me bajó. El doctor está contento y yo también!!

Estoy feliz porque tuve lindas visitas.  Llegó mi sobrina Raffaella y su hijo Gabriele  desde Roma, Italia para pasar año nuevo conmigo y gracias a Dios los pude recibir. Recorrimos mi querido Rosario, las Cataratas del Iguazú, El Calafate y Buenos Aires.  Si bien volví destruida ya estoy mejor y con la alegría de haberles mostrado las dos maravillas del mundo que tenemos.  Además pude ver algo que siempre añoré “el túnel que se forma en el Perito Moreno” y al romperse  maravilla al mundo. Qué más puedo pedir?

La aceptación de la enfermedad fue dura, durísima.  Mis creencias religiosas  me ayudaron junto a mi forma de ser, sonreír siempre,  vestirme con colores, no ocultar mi cabeza (pelada en dos oportunidades), mostrarme como realmente soy para que  “la gente” sepa aunque me miren con  caras raras y desvíen la mirada para otro lado… El CÁNCER  EXISTE y cada vez más,  cualquier día puede llegar a tu vida… si no lo aceptas es peor.  No hay más remedio que aprender a convivir con él, no perdiendo la esperanza de llegar a la CURACIÓN TOTAL… ó  iniciar el camino al cielo,  con la seguridad que cuando llegues  Dios te hará pasar sin golpear.

Tener en cuenta: Sí se puede!!!!

Yo creo que todo lo pasado me dio templanza y sobre todo paciencia.

Es posible cumplir sueños,  sonreír,  comer  comidas ricas con amigas, planear viajes y hasta hablar por radio sobre Papá Noel.

Yo lo hice,  vos también podes hacerlo si te lo propones ….