Liber

El edificio de la calle Córdoba es antiguo, como los que me gustan, algo así como francés, con mármoles, puertas grandes, de madera. Camino automáticamente sin pensar hacia la puerta del departamento A. Entro. El lugar es frio, tengo una mezcla de angustia y tristeza. Confusión es todo lo que tiene mi cerebro. Espero un rato en la sala que tiene algunos libros y fotos de niños, no puedo concentrarme en la lectura de una revista, la verdad es que ni me interesa.

Soy llamada para ingresar al consultorio, saco los estudios y comienzo a relatar el motivo de la consulta. La Dra. es una persona muy agradable pero distante, mantiene una conversación  escueta, hay partes que entiendo y otras que niego.

Ella, enfundada de blanco, tiene las cosas súper claras. Me mira y de su boca salen las 2 palabras que deseo no escuchar: “es cáncer”. “No te preocupes, te voy a hacer una mastectomía radical, porque tengo esa escuela, no quiero dejar nada al azar”.

No quiero entender nada, ella sigue con su seguridad, la de haber pasado por tantos casos similares. Yo solo escucho. Me explica que a posteriori debería ver a un oncólogo, y que probablemente me quedaría pelada, en ese caso ella podía recomendarme un lugar donde se hacen pelucas, ya que su madre paso por lo mismo. Sigo en estado de confusión total. Entendía perfectamente lo que me decía pero mi cerebro se resistía a tomar dimensión de ese hecho.

Cuando regrese a mi trabajo manejando, llore todo el camino. No sé si porque me iba a quedar pelada o porque esa parte de mi cuerpo iba a ser cercenada. En mi interior mi cabeza sostenía que estaba todo ok, la biopsia debía ser benigna. La realidad marcaba que un tumor de ese tamaño y creciendo tan ferozmente era imposible que lo fuera. Sin embargo una parte de mí no lo quería aceptar.

La soledad me pone triste, no sé cómo manejarme, busque miles de actividades para llenar el vacío que tenia. Desde que sospeche que algo no andaba bien, me obsesioné en buscar por internet información tratando de entender artículos médicos, casos, fotografías, me costaba muchísimo filtrar la mala información de la que era científicamente correcta. Necesitaba hacerlo. Después deje de investigar.

Trate siempre de mantenerme alegre y optimista. Mis hijas merecían eso, las 2 estudiando medicina: una en el CBC, la otra ya en primer año. De alguna manera lo que me pasaba las perturbaba personalmente también en su cuerpo, y las condicionaba genéticamente hacia el futuro.

Cuando irrumpe esta enfermedad, determina a toda la familia que quiere ayudar y no sabe cómo. Uno lucha por demostrar entereza pero el miedo te carcome por dentro.

La gente hace cola para contarte los casos que conoce. Mi mandato educativo quería decir ¡basta! Pero siempre tuve en cuenta que los demás necesitan sentir que te ayudan y disipar el miedo que les invade.

El miedo es esa larva que existe en mi estómago. Yo la siento siempre, no importa que circunstancia me aflija, la necesito manejar. Debo darle las batallas que requiera para tenerla a raya. Que sensación de vacío saber que no queda tiempo, o si, pero que el final es real.

Cuantos momentos no voy a poder vivir con los que amo, mis gorditas, mi compañero amoroso. La energía fluye de lo más profundo de nuestras entrañas, lo que no permite que sea tan fácil que te despidas de esto. Yo me aferre a eso.

Como en una imagen de espejos que se repiten y nos llevan al infinito, uno va tomando las múltiples realidades en las que se sitúa, dejando parte de los prejuicios con los que convivimos a diario. El objetivo es la supervivencia, darwinianamente, mis días pasaban luchando por estar de buen humor; no importa el vomito; el dolor de cuerpo; la caída de las pestañas que deje de enmascarar, había que salir a ganar el día.

En general soy más negativa que positiva, pero como en la física la dualidad onda partícula existe, en mi interior a veces soy onda y otras partículas. La conjunción de ambas es la que me permitió seguir. Tome conciencia que mi mochila no es más importante que la de los otros, aprender a dejar de ser víctima es un proceso que cuesta mucho llevar a cabo.

La peluca voló, todo es tan relativo, ya no doy explicaciones.

Tengo la suerte de convivir con gente amorosa y solidaria, como la que uno desea en su interior para todos los que vivimos en esta sociedad.

Siempre me pregunto porque yo pude saltar la cerca y algunas de las chicas que conocí no lo pudieron hacer, que cantidad de circunstancias se dieron, para que pudiera poner un freno a ese camino.

No creo en el destino, no creo en nada. Si a patear el tarro todo el tiempo, a empujar el carro, siempre para arriba. Cuando tocas fondo solo queda subir. En ese contexto de cosas nos fuimos a la Paloma. Entré al Uruguay con pelo. Salí pelada, llevaba mi flamante peluca de mi pelo natural en el asiento de atrás.

Esa noche cuando me vi seriamente al espejo tenia cabellos largos en algunas partes de mi cabeza, el flequillo ya no estaba. Antonio me paso la rasuradora, que loco todo eso. Fue un viaje de pleno amor, aprovechar todo lo que se te va de las manos, tuve hasta la oportunidad  de extrañar, me pareció tan distinto el paisaje interior de Uruguay.

La habitación tiene 2 camas. Llegue hasta ahí con mi hija menor que había comenzado a manejar, era toda una aventura para ella y para mí. En una de las camas estaba siempre la muerte acechando. La enfermera con amor de madre introducía los metales en mis venas, el líquido rojo pasaba, el blanco también. Conocí a Andrea que pasaba por la misma situación, nos hicimos compinches .Esa reunión cada 21 días o semanal posteriormente, era esperada con alegría porque en esa habitación habíamos podido recrear la vida, o por lo menos eso nos vendíamos mutuamente.

En la sala de espera del Hospital, cuando fui por primera vez a ver al oncólogo, encontré a Graciela.  No la registraba, ella me reconoció detrás de las placas que yo llevaba “¿vos también?” me dijo y se puso a llorar. Mi esposo que no entendía nada la abrazo. Con el gesto solidario, de empatía hacia el otro, que ni siquiera conoce.

Ella fue importante para mostrarme el camino que me esperaba, fuimos dos personas distintas; ella híper creyente, con sus miedos acotados a lo que la religión le decía, yo imposible de creer que algo pudiera resolver mágicamente mi problema de mutación genética. Aclaramos de ante mano que de eso no se hablaba, y compartimos charlas de los más diversos matices, sobre el amor , la comprensión, los arándanos como antioxidantes, el sexo con imaginación, la importancia de no llegar al límite para valorar lo que se tiene.

Sentí dolor cuando falleció, la última vez que hable con ella me dijo que estaba bien, tenía la grandeza de las personas que piensan en el otro, se estaba muriendo y no me lo dijo.

Los afectos son como puentes que te conectan a nuevas sensaciones, mis amigas recreaban cantidad de palabras de buenas ondas. Recibí libros de seres valiosos que en situaciones límites tuvieron una mirada que les permitió resistir, las madres y abuelas de plaza de Mayo son ese ejemplo, después de todo debía hacer lo mismo, seguir apostando a la vida.

Uno debe creerse el juego que está jugando, aunque el miedo todo el tiempo salga a embarrar la cancha.

El tiempo es complicado, queda poco y hay una tendencia  a malgastarlo. Todas esas preguntas que nunca pensamos toman dimensión cuando estas frente a la materialización del fin. El momento más duro es la noche. La cabeza estalla de pensamientos negativos, con alguno positivo que quieras arrimar a presión, todo ese caos es difícil de manejar. A pesar que siempre fui una dormilona, me despertaba todas las noches, el miedo siempre hace su trabajo.

Mi querida amiga de la infancia que se peló como yo, para hacerme la pata, me hizo una clase de yoga Nidra. Agradecí tantas consideraciones, pero uno hace un viaje a la deriva, puede que llegues a destino, o que no se encuentre el camino.

El día me mantenía tan ocupada con el trabajo que, a veces no me daba cuenta que la prótesis que me había puesto, había migrado del corpiño desdibujando la simetría de mi ser. Que ridículo las cosas que hacemos para no sentir dolor.

Después de todo porque debería importarme  mi aspecto físico, sin embargo eso también fue parte del motor para seguir.

Es tan difícil…

Después de la lluvia crecen los hongos, muchos, esa fue la sensación que tuve cuando comencé a tener conciencia de todas las personas que padecían cáncer. Las mujeres con las que me relacione,  muchísimas, una de cada ocho tienen cáncer de mama. Es muy abrumadora la estadística.

¿Qué pasa?

Hace tiempo conocí a Jorge una persona que respeto y quiero muchísimo, que por suerte es parte de nuestra familia. Carga con su mochila desde el 2000, cuando le diagnosticaron leucemia, su pronóstico en ese momento era de 5 años de vida.

¿Qué porcentaje de suerte, azar, disponibilidad social, grupo médico que te atienda, genética  y tu forma de encarar el cáncer, nos determinan como seres vivos hoy? No tengo idea, pero sé que la oportunidad que tuvo de entrar en un protocolo de una nueva medicación, y que además no reciba el placebo, que esa droga funcione en su caso con avances y retrocesos, lo trajo hasta el día de hoy.

¿Fue eso solo posible? El puso mucho de su garra y tuvo un ambiente contenedor, amoroso. Pero no fue el caso de muchos otros que por su condición social no pueden acceder, o que no se hallan en el lugar indicado, en el momento justo, conectado con el que te da la posibilidad.

Siento impotencia y dolor cuando al presupuesto en salud se lo mira solo desde una planilla de cálculo y al ministerio se lo pasa a ser una simple secretaria. El que junto a educación y ciencia deberían ser los presupuestos más importantes. ¿Es que nos tiene que pasar solo en forma personal? ¿Solo atravesar el dolor nos hace modificar el punto de vista ideológico? Apreciar el sistema de salud y el desarrollo científico, para volcarlos a nuestra población y cuidar a los que más lo necesitan. Muchos de nosotros somos el testimonio de esos avances científicos, pero no alcanza si no se acompaña con un proyecto para toda la gente. La salud pública es uno de los derechos más importantes que debemos cuidar.

Me considero una persona afortunada, hice lo que me dijeron y lo que me propusieron los médicos funcionó. No siempre es así en otras personas.

Cantidad de preguntas llenan mi cabeza. No quiero sufrir; no quiero morir; no quiero ser una carga para nadie. ¿Cuánto me queda? ¡No! No pienses eso, vas por mal camino si das oportunidades al bajón. Somos todo el tiempo vida y muerte, pero el resultado siempre tiene que ser vida, aunque a veces la muerte gana la partida.

A veces me escucho y me parece que digo cantidad de boludeces porque cuando sos vos el que está en esa circunstancia, el medicamento es el que tiene que funcionar, por mas onda que le pongas. También sos vos contra  una enfermedad que te determina viva o acelerando el camino a la muerte. Aunque igualmente hacia ese lugar vamos.

Me ayudo mucho el slogan que usa una institución “solo por hoy’’, es tan cierto, te ubica en el lugar en que estas, te saca la presión del futuro.

Hoy paso mis días ignorando que pase por esta enfermedad, no la recuerdo, solo algunas veces cuando encuentro gente que le sucede lo mismo ó cuando me hago los estudios de control, hasta ahora solo vigilo el pulmón.

Con los años restaure mi cuerpo, no me gustan las asimetrías tan violentas. Una teta menos no cambia nada, pero si no te falta, no te recuerda todo el tiempo que has pasado por esto.

Tengo los mismos deseos y proyectos que tenía cuando era adolescente. Una sociedad igualitaria para todos, los mismos derechos que con esfuerzo pude tener.

Siempre busque lo mejor para mi, estoy orgullosa de mis hijas y mi compañero, esas médicas y médicos que me atendieron son lo más, acá estoy para decirlo. Mi entorno es el lugar que me permitió resistir. Amo ese pedazo de universo, y como siempre sostengo que hay que ser agradecida, yo sin los otros no soy nadie.

El único enemigo que tenemos es el miedo, si podemos controlarlo un poquito seremos capaces de lograr cosas increíbles.