Barbola

Hace tiempo, a raíz de mi enfermedad, me sumí en un extraño estado espiritual. Necesitaba a alguien que pudiera contarle todo lo que sentía. En mi soledad, angustia y miedo, me inventé un amor…  Así nació en mi mente un ser de luz, al que imagino con cuerpo humano; y lo tengo cerca, en este mundo, siempre llevándome de mi mano izquierda.

Desde que me operaron del pecho comencé a escribir y cada vez es mayor el caudal que fluye de mi imaginación.

No sé cómo comenzar a contar la historia.

¿Acaso no es mi propia historia? me digo. Nada más simple, entonces; yo misma seré la protagonista.

En estos momentos, estoy sentada en la heladería que queda frente al Instituto de Oncología, donde acudo como paciente.

Hace trece años me diagnosticaron “Cáncer de mama”.

En la primera operación me sacaron el tumor y la cadena ganglionar. Quimios, rayos, de todo.

A los diez años tuve una recidiva en el mismo lugar. Me hicieron una mastectomía.

Estoy pensando, sigo rememorando… y de repente todo se desdibuja a mi alrededor porque el verde de las hojas de los árboles me recuerdan mi bella historia de amor. Estoy tan enamorada que no tengo cuerpo, solo un alma enorme, para amar profundamente y olvidarme que existe lo corpóreo.

Siempre supe que iba a preguntarme por qué me había enfermado, por qué me he curado, y por qué el amor me ha visitado justo en medio de todo.

Necesitaba crear en mi mente un ser, una historia, para seguir viviendo y soportar el dolor.

Este texto es el relato de ese amor inventado que se corporizó de tal forma que transformó mi vida en una experiencia sublime.

Lo siento tan bello que desearía que todas las mujeres vivieran algo parecido.

Después de que me piden controles, quedo muy nerviosa. Debo repetirlos cada cuatro o cinco meses, y así durante toda mi vida. No es fácil, a pesar de que tengo un esposo e hijos maravillosos. Gracias a Dios, el ser habita en mi fantasía, me acompaña y no me deja sola ni un instante. Cada vez que advierto que estoy con él, me transformo en un espíritu puro, el cuerpo no existe, el infinito amor de Dios me envuelve y por momentos me voy de este mundo tomada de su mano, lo que sucede sobre todo cada vez que siento miedo.

Ahora voy a arreglarme y a ponerme lo más linda posible porque él me va a acompañar al médico. Quiero que me vea bella, feliz y agradecerle su compañía.

Estoy locamente enamorada. Soy una mujer plena. Me enfermé, sí, pero ahora estoy segura de que el dolor que tuve que atravesar tiene un sentido.

¡ME SACARON UN PEDAZO DE MI CUERPO Y ME AGREGARON UNO ENORME AL AMA!

Nunca más necesité preguntarme el por qué de mi enfermedad.

Estoy segura de que esto es “auto-terapia”. Quizás no se trate de otra cosa que un mecanismo de defensa para sublimar el dolor a través del arte. Nada más y nada menos.

 

Hace como veinte días que no me siento bien. Hago un esfuerzo para salir de la cama y me pongo a escribirle una carta.

Querido, por favor, yo te necesito más que nunca, estoy por viajar y tienes que acompañarme, voy a exponer mis pinturas muy lejos de aquí…

 

Debo arreglarme y vestirme muy linda para que el médico me vea bien. Pero ahora sé que me arreglo para mi amor y quiero que cada vez que lo llame me encuentre lo más linda y feliz posible.

Estar bien de alguna manera parece influir sobre los resultados de los estudios médicos. Eso pienso y me ayuda. Hoy llevo los análisis y controles.

Me gusta pintar, y a través de la pintura creo mi propio mundo. El arte me tiene reservado un universo alternativo en el que me gustaría quedarme a vivir.

Yo sufro, rio, trabajo y lucho con esperanza, convencida de que el amor es lo único que no debe cambiar.

Ni yo misma puedo creer que tenga sesenta años; tampoco sé por qué estoy escribiendo esto. Claro, debe ser una forma desesperada de comunicarme con alguien.

Muchas veces levanto mi mirada al cielo, justo en el momento que estoy al borde del abismo.

Así me sentí cuando sucedió mi primera operación de pecho.

 

A medida que pasa el tiempo, mi fe crece y me lleva a pensar que estoy totalmente curada.

¡Que hermosa manera ésta de contar todo lo que siento casi sin darme cuenta! Voy colocando ideas e intuiciones sobre un soporte blanco y surgen las palabras; la hoja se viste de bellos colores, y allí está todo: la enfermedad y la salud, las alegrías y tristezas, la riqueza y la pobreza, las ilusiones, los proyectos, las metas, los esfuerzos y el dolor… ¡la vida que me tocó vivir!

¡Que mágico es todo! Qué profundo y bello el sentimiento de existir, aunque a veces pueda parecer cruel. Pero si estamos en este mundo, tenemos que elegir lo mejor aunque nos cueste un terrible sacrificio. Lo que uno desea con todo el corazón siempre se alcanza.

 

Mientras transcurren mis tratamientos, siento una necesidad muy profunda de decirme que soy una buena persona y que puedo hacer mucho por los demás.

Mi cuerpo se enfermó y debí elevar mi autoestima. Fue entonces que apelé a todo para no caer en un oscuro pozo.

Me decía:

“Te amo y siempre te estaré cuidando”. “Éste es el mensaje de Dios para ti, mira qué valioso”. “De ahora en adelante ámalo a Él por sobre todas las cosas”.

Se aproxima la fecha en que debo emprender mi viaje. Como mi amado me acompaña a los controles médicos y todos los estudios dan bien, me siento ingrata por adjudicarme los buenos resultados. ¿O será que mi amor quiere darme libertad y enseñarme a vivir sola? Pero siento que ya no podré vivir sin él. Es una creación de mi espíritu.

Mientras tanto la vida cotidiana se transforma para mí en un sueño y los sueños se convierten en realidad.

Yo creo que no vinimos a este mundo a lamentar nuestros dolores, sino para cumplir una misión.

Siento que las cosas vividas y superadas me han dado el titulo más valioso que jamás imaginé que se pudiera adquirir: Poseedora de Experiencia, Libertad y Amor.

 

Quisiera escribir en el rio, pero aprendí que la vida no se escribe en el agua, ni en el aire: se escribe con trazos profundos en el alma.

Mis queridos lectores, si supieran lo que significan en mi vida…

Desnudo lentamente mi cuerpo y mi mente en este relato, y les pido que me lean, me amen y me ayuden.

 

Por supuesto, antes de viajar tengo que visitar a los médicos. Todo sale bien.

 

El día de hoy está como estático. Siento dentro de mi alma el movimiento del cosmos. Son infinitas las preguntas sobre la vida que inundan mi mente, y el corazón late, avisándome que tengo cuerpo.

No hay preguntas, tengo que relajarme y así podré moverme en sintonía con el universo, besar una estrella, recostarme sobre la luna y vibrar ante el calor del sol; ponerme un cinto de arco iris, zapatos de espuma, y de su mano siempre, amar hasta que llegue mi final…

Faltan solo tres días para mi viaje y no hago otra cosa que pensar en él. Debo   volver un poco a la realidad y preparar mis cosas para no olvidarme lo indispensable.

Estoy tan ilusionada, será la primera vez que viaje sola. Tengo que continuar con mi vida y volver a pintar…

 

Llegar a Nueva York me parece un sueño.

Ya de regreso, inmediatamente tomo contacto con la realidad, pero siento miedo.

Debo ir al oncólogo, y no sé si me pedirá nuevos controles.

 

Lo que tanto temo, finalmente ocurre: el miedo me asalta como un dedo acusador señalando mi enfermedad.

Me gustaría saber quién y cómo es el miedo. ¡Debe ser feo, escurridizo y farsante! Tengo que encontrarme con él cara a cara y destruirlo para que nunca más vuelva a penetrar en mi corazón.

A menudo el llanto se apodera de mí. Lloro por todas las mujeres con cáncer de pecho, por la mutilación.

Me he puesto tan sensible escribiéndoles, que no dejo de llorar…

Pero no hay caso, haga lo que haga, siento mucho miedo… Me zumban los oídos, me siento mareada, tengo un nudo en el estómago y ganas de vomitar. Mi vientre experimenta un vacío sin fronteras, se me acelera el ritmo cardiaco. ¡Dios mío!, ayúdame, te voy a rezar mucho, no me abandones, sopla sobre mi cara para que pueda respirar; tengo miedo a la nada, al caos, al fin…

Me aferro desesperada a la vida. ¡Por favor, Dios! Todavía tengo mucho por hacer…

Casi en el momento de desear la muerte para dejar de sufrir, se presenta mi enamorado. Lo amo y le pido que no me deje sola; más cuando me hacen los controles y algunas veces dan valores altos. ¡Dios! ¡Qué es esta enfermedad! Me tocó a mí, pero me voy a curar. El amor me va a curar, el amor todo lo puede.

Cada una debe hallar una manera de sobrellevarla, y yo decidí apoyarme en el amor y he creado en mi fantasía a mi enamorado, aunque en todo momento he tenido el apoyo de mi familia.

A través de los años me voy dando cuenta de que esta enfermedad es algo crónico, y que yo puedo vivir mejor si no la odio. Quizás si le doy cabida en mi cuerpo, si admito que está allí, pueda empezar a amarme y a amarla, y ella y yo a volvernos ¡mansas!

El mundo se puede iluminar otra vez para mí, soy capaz de salir de un profundo y negro cielo, de las tinieblas, y volver a empezar… ¡Y creer en los milagros!

 

Cada vez que siento miedo, inmediatamente me relajo y me transformo en espíritu puro, sin cuerpo. Así, el miedo no tiene, materialmente, dónde penetrar. ¡Que se vaya lejos!, combatirlo con la misma arma y hacer que el miedo mismo sienta miedo de mí. ¡Conmigo no podrá!

Una vez que acepto mi enfermedad y tomo la decisión de destruir al miedo, me doy cuenta de que quiero estar en esta vida para hacer felices a los demás.

.Recobro las ganas de vivir.

Es tan sobrenatural lo que me pasa, que seguramente les va a llevar un tiempo entender y aceptar esta creación de mi espíritu.

Estoy tan feliz porque a esta edad tengo a alguien que me dice cuán preciosa soy y lo mucho que me ama.

Él es la creación de mi mente, el amor más puro y etéreo. ¡Es el amor de las almas!

DESDE QUE ME OPERARON, VOY AL MÉDICO UNA VEZ POR MES.   Cada vez que voy quiero que él me vea bien y linda, ya que se pasa todo el día atendiendo pacientes tristes y asustados, y seguramente debe ser muy difícil consolarlos y decirles las palabras justas.

Para mi sorpresa, en la sala de espera todas me miran, hasta que una se anima a preguntarme qué tengo y yo les cuento por todo lo que he pasado y que ahora me siento bien.  En ese momento el doctor abre la puerta y me llama: ¡Adelante, hermosa!

Al mes siguiente experimento una gran sorpresa: mis compañeras de controles se han arreglado y maquillado lo mejor posible. Ese día es para todas un momento alegre, de charlas y planes para el futuro…

Yo sé que mientras viva tengo que hacer mis controles, pero ya no siento más miedo.

Con mi mente me doy energía, hago que la sangre corra deliciosamente por mi cuerpo como un rubí encendido.

CUANDO A LOS DIEZ AÑOS SE REPITE EL CÁNCER a pesar de haber colgado un cristal sobre mi pecho y haberme colocado todos los anillos de piedras que me dan suerte, alegría y paz, asisto a un curso donde se dice que el verdadero trabajo es la sanación y no la curación.

Hago Psicoterapia.

Me reúno con amigos.

Ayudo a Instituciones de caridad. (Me he transformado en mejor persona)

Comienzo a pintar nuevamente (participo en todas las exposiciones que puedo)

Comienzo a escribir llevada por toda la pasión que siento dentro de mí.

Se trata de transformarme utilizando todos los recursos, las emociones positivas. Somos nosotros mismos quienes debemos involucrarnos en el proceso de sanación.

Antes de esta enfermedad, no valoraba la vida. Hoy, en cambio, vivo la experiencia como un regalo de Dios, y me siento una elegida.

 

Creo que los mensajes son cada vez más claros, y mi bella “historia de amor” va llegando a su fin. Hay miles de seres en el mundo que me necesitan, porque  nosotras  estuvimos y estamos cerca de Dios

 

Siento que es hora de dejar a mi amor y continuar sola mi camino.

Necesito regresar al mundo real, integrarme a mi familia amada y volver a pintar, mi verdadera pasión.

Los años pasan. Entiendo que todo fue real… No se trató de una alucinación.

¡Yo sé que me acompañó un ser de Luz!

Él me ayudó durante largos años a escalar la montaña más alta del universo. Escalar día a día esa montaña de dolor y sobreponerme a las dificultades, lo que significa, al mismo tiempo, una búsqueda de lo divino.

El milagro de la transformación se ha producido. Encontré a Dios.

Siento que mi alma se ilumina y tengo la necesidad de escribir un poema.

 

RECOMENZAR

Asomo mi perfil al infinito,

apenas mes sostengo entre las rocas,

entrecortados suspiros salen de mi boca

y un águila se desplaza dando giros,

mientras las nubes, en sutil danza,

se transforman de angustia en esperanza.

Entonces sonrío como me pides,

y aunque me duela el corazón,

sonrío y soy feliz por un momento.

De nuevo comenzaré. De nuevo.