Alfarera

 En nuestra familia siempre han sido importantes los relatos ancestrales. De modo que mantenemos hasta hoy el recuerdo de cómo una tatarabuela se salvó de ahogarse gracias a su burra, de cómo mis abuelos llegaron a Argentina…, en fin: de la historia chica y cotidiana de la vida que a cada pariente le ha tocado vivir.

Cada uno vamos agregando una página a ese libro nunca escrito pero sí transmitido, ese testimonio entregado al otro durante el trecho que caminamos juntos. Y así andando, un día cualquiera, lo que es cotidiano deja de serlo. Ni para bien, ni para mal: sólo cambia. Estoy convencida que es para un cambio de perspectiva, para reflexionar, para actuar y no dormirse. Así son las cosas ahora, no me puedo quejar, sino agradecer. ¡Hay tanto que agradecer! Siempre digo: si uno no es agradecido,es desagradecido. Y primero, agradecer a Dios por todo.

Yo iba muy tranquila por la vida, y en un chequeo de rutina, al doblar la esquina, ahí nomás apareció el cáncer. ¡oh sorpresa!¿cómo decirlo a la familia y los amigos para que no se alarmen ni se preocupen?

Suelo darme ánimo a mí misma y procuro darlo a los demás en lo que cada uno requiera… ¡no siempre es fácil! …hay que remar, no importa la tempestad. Bueno, sí importa: verla, enfrentarla, pedir ayuda para que no nos ahogue o nos hunda. Siempre habrá problemas, pero llorar por los rincones no sirve. Los días no son infinitamente buenos ni eternamente malos. Somos grandes, ya lo sabemos… Pero cuando náuseas, vómitos, mareos o aturdimientos hacen perder el foco, me ayuda pensar que hoy es un día nublado pero por arriba, aunque no lo veo, brilla el sol y esta nube que me envuelve se disipará.

Tener cáncer puede ser un punto de partida interesante para muchas cosas, según cómo se encare. Una de las primeras cosas que tuve que enfrentar fue leer el resultado de los análisis… cuando 1764 está lejos de un 30 aceptado como normal. Todavía me asombra recordar que no me angustié, fue casi natural… no necesité que nadie me explicara.

El paso siguiente era comunicarlo a mi familia. Yo estaba tranquila y traté de encontrar las palabras adecuadas; eso ayudó a que ellos tampoco se angustiaran mucho cuando les conté, y el apoyo fue inmediato, de todos. Estaba emocionada por su actitud, y no me percaté si tuvieron un poco de miedo por mí.

Otro paso: decirle a los amigos. ¡Ah! He aquí grandes sorpresas… Algunos tan afectados que tuve que consolarlos en medio de su llanto. Otros, no sé, nunca más tuve noticias. Con varios nos cruzamos cada tanto pero nunca preguntan cómo estoy. No puedo decir ni he pensado que sean malos amigos; sólo se me ocurre que tienen miedo, no saben qué actitud tomar conmigo. Y también hay una gran mayoría que dan ánimo día a día, cada semana, cada mes de estos dos años. Son los que cerca o lejos no dejan de mandar mensajes o llamar por teléfono.  ¡Mis queridos amigos…! Hace poco les comenté que ‘la noticia del día’ para mí se resumía en dos palabras: “TOMARSE VACACIONES”… ¿Cómo, algo tan intrascendente en otro contexto, tiene particular significancia cuando te lo dice tu oncóloga…? Pensar en tres meses sin medicación ni pinchazos…¿qué hago? ¡es tanta libertad, que apabulla! Las respuestas no se hicieron esperar: “disfrutá cada momento”, “empezá a planificar que algo se te va a ocurrir”, “pensá en una escapadita o algo que te guste”, “cualquier lugar será un disfrute para el alma”, “que nada ni nadie te quite la dicha de este momento”. No puedo quejarme de lo que estuve y estoy pasando, porque ahora las cosas van mejor y sólo puedo ser muy agradecida. Obvio, primero a Dios por todo; luego a los médicos por darme lo mejor suyo; y a la familia y amigos que siempre acompañan en este proceso.  Entonces pensé que tengo un mundo entero para elegir, y resulta que en el mapa de este mundo entero hay puntos especiales que marcan lugares donde están personas que aprecio mucho: familia que son amigos y amigos que son familia. Pero, ¡qué pena! : tres meses de vacaciones no me alcanzan aunque sólo pasara un día con cada uno… Lo bueno es que perduran los lazos invisibles que alguna vez iniciamos, y que hoy, en un. segundo puedo estar donde quiera y con quien quiera… como precisamente hago cada vez que mando un mensaje.

Una parte importante en mi vida son los hermanos en la fe. Para mí la fe es seguridad de que hay un Dios Todopoderoso que me ama y me cuida desde hace más de 30 años. No todos creen esto, y tienen la libertad de elegir no creer. Pero yo sí confío en Él, porque aunque a veces no entendamos ciertas cosas, siempre está en control de nuestras necesidades, hasta los detalles más pequeñitos que va haciendo encajar.

Hace unos días pensaba qué haría si mi vida fuera un rompecabezas que tengo que armar con las piezas que vinieron en esta ‘caja’… Puedo seguir armándolo o dejarlo como está ahora; puedo encerrarme a ver cada pieza colocada y no dejar que alguien más lo vea; puedo pedir ayuda para reubicar las partes que no encajaron bien y las que aún están por resolverse; puedo dejar que otros lo armen y yo simplemente mirar cómo lo hacen; puedo enfocarme más en las piezas sueltas que no logro resolver y desesperarme por acabarlo… O puedo apreciar todo lo que ya encajó perfectamente y disfrutar eligiendo las piezas que aún faltan colocar.

Un nutrido grupo de amigos son los que llegaron a mi vida adulta: cuando comencé diversos cursos, de esos que uno va postergando hacer y que nos dan tanta felicidad que en algún momento nos reprochamos no haber empezado antes. Pues bien, esto también tiene su razón de ser: antes no habría sido el momento de conocerlos. En este nutrido grupo se mezclan profesores y compañeros. Unos y otros oportunamente dieron y siguen dando, además de su saber, su solidaridad y afecto… y me han enriquecido de tal manera que no se imaginan hasta qué punto. Feliz de compartir con cada uno, porque hablamos el mismo idioma de la creatividad, y sin palabras también nos entendemos.

Periódicamente comparto el progreso del tratamiento con los resultados de los análisis, esto es: lo que Dios está haciendo con mis números. A veces sentirse dependiente de los números hace perder el foco de Quién los maneja. Evidentemente, y como en todas las cosas, hay que tener paciencia y esperar. Todo tiene su tiempo… los años y las estaciones para que cada cosa llegue a la madurez. Así como los frutos, nuestra vida.

Algo frecuente en los tratamientos con quimioterapia son los pinchazos (análisis previos, pasar la medicación, algo para subir los glóbulos, etc, lo que sea) y aunque la mano experta de mi querida enfermera E. aplica las agujas sin provocar dolor, en unos meses me transformé en un queso Gruyere. Como efecto de la medicación también es muy frecuente perder el pelo… pero al poco vuelve fuerte; a mí me creció con rulos que nunca antes tuve. Así que, si un día ven pasar un queso con rulos… ¡soy yo!

Y hablando de pelo, es sospechosamente gracioso lo que un pañuelo o un turbante genera al subir a un colectivo con todos los asientos ocupados: de golpe se pone interesante el paisaje y muchos miran para afuera; otros se enfrascan en los mensajes del celular. Y destaco otra gente que seguro nunca más me cruzaré, que tan gentilmente me cedió su asiento; también es para resaltar a los muchos conductores que arriman bien al cordón en las paradas para que pueda subir o bajar con facilidad… Tanto a unos como a otros siempre les doy las gracias y aprovecho oportunidad de decir: “¿hizo usted este año su chequeo de salud? ¿sabe…? Por un chequeo se descubrió mi cáncer justo a tiempo. No hay que preocuparse, sino ocuparse”; es mi latiguillo vaya donde vaya: verdulería, supermercado, cola del banco, etc… siempre estoy diciendo “¿hizo usted este año su chequeo de salud…?”

Mi profesión me tuvo muy ligada a la medicina. Siempre fue tema de conversación la letra tan ilegible de algunos médicos. Al día de hoy, a la mayoría les pregunto qué escribieron en las órdenes que me dan para los medicamentos o los diversos estudios que necesito hacer; lo apunto para luego explicarlo cuando tampoco lo descifran los laboratorios o las farmacias. Pero al final he llegado a la conclusión que escribir tiene dos partes: nadie entiende la letra de mi oncóloga, pero lo que escribe, funciona! (gracias, dra. M.V.C.)

Es privilegio del paciente elegir a sus médicos, y no siempre es privilegio del médico elegir a sus pacientes. Por quince años, hasta que se jubiló, tuve el privilegio de tener un médico clínico excelente; todavía no encuentro un clínico que se le aproxime: era de los que se ocupan y preocupan por las personas  y siempre aconsejando. (gracias dr.F.M.L.) Y la vida nos va llevando a otros médicos que también empezamos a valorar y de los cuales nos adueñamos cada vez que decimos “MI médico”. Yo soy de preguntar mucho, y no todos son de mucho explicar… pero qué placer cuando sí lo hacen! Espero que muchas personas tengan tanta calma y seguridad como experimenté las cuatro veces que mi cirujano me operó; no sólo explicó previamente todas las opciones y riesgos de cada cirugía, sino que participó de mis travesuras: por tres veces entré al quirófano con una ‘carita feliz’ dibujada en los dedos… en la cuarta vez no hice a tiempo, pero ya estando lista en la camilla, él pidió un bolígrafo y la dibujó en mi nariz. Nadie me cree cuando digo que para mí el quirófano es una zona divertida; voy confiada, no tengo nada más ir, poner el cuerpo y dejar que todo el equipo haga lo mejor. Gracias dr.M.C.D, todo su hacer ha sido más que positivo para mi tratamiento.

En fin, uno va por el camino encontrando y desencontrando un gran catálogo de experiencias, de cosas nuevas. A veces la vida se nos presenta como una montaña rusa… al subirnos al carrito sabemos de antemano que no siempre estaremos arriba ni siempre estaremos abajo, pero nos guste o no el vértigo, no hay nada más lindo que vivir. Supongo que todos deseamos que lleguen cosas buenas cuando empieza un nuevo año, y nos preparamos para que mejoren las que no estuvieron como esperábamos; por tanto, escribimos una lista de proyectos… También es sabio prepararnos para afrontar contratiempos y desilusiones, y recordar: nada es perfecto. Pero haga lo que haga, procuraré hacerlo buscando lo óptimo, lo mejor, lo posible… No aflojar ni abandonar. Hoy (este) es el día que tengo. Para vivirlo a pleno tanto como pueda. Para compartir lo que pueda (un té, una palabra, una oreja, una mano). Para dar lo mejor que pueda y desear lo mejor para el otro. Así de simple, ni más ni menos. Seguro encontraremos sólo las espinas si nos quedamos aferrados a lo negativo en vez de animarnos a ver toda la rosa y aspirar su fragancia. Cómo nos cambia la vida cuando salimos de nuestra zona de confort y enfrentamos lo que está ahí delante, en la ruta. Tener presente que no se requiere salir solo al camino, siempre hay una mano dispuesta de dónde asirse; y es conveniente caminar un paso a la  vez, no correr.

Gracias es una palabra escasa cuando en realidad quiero significar un enorme agradecimiento. Gracias es una palabra que debiera tener superlativo.

Gracias a cada uno que va acompañándome en este camino y por hacerme tan feliz. Nunca pensé cuánto me podría dar la vida al tener cáncer.