Maximus Decimus Meridius

La primer mentira no recuerdo bien la fecha, pero debe haber sido a mis 15 años, cuando empecé a salir con mis amigos y no tomaba alcohol, todos me decían “ehhhh Morales, no fumás, no tomás alcohol y hacés un montón de ejercicios ¿Tenés pensado vivir hasta los ciento veinte años?”. Mis amigos me mintieron.

Después en el 2004 a los 18 años, me fui a vivir a Rosario para estudiar Medicina, sumado al ejercicio, a que no fumaba y no tomaba, se agregó el tema de las comidas, todo minuciosamente calculado, la cantidad de calorías, el porcentaje de hidratos de carbonos (55%), las proteínas (15%) y las grasas (30%) ingeridos por día. Yo siempre digo que un buen físico no se construye en el gimnasio, sino en la cocina. Y así fue, empecé a experimentar con mi físico, y como todo experimento, tuvo sus resultados (muy favorables para mi subjetividad). Ahí sumado a mis amigos, se agregaron los comentarios de mis familiares: “Paaaaaa, mirá la espalda que tenés, sos un animal. Hacés ejercicio, no tomás, no fumás, sos indestructible como Superman”. Mis familiares me mintieron.

Ese estilo de vida siguió hasta el 23 de febrero del 2011, día que oficialmente me dieron el resultado de la biopsia. Desde el 2004, parecía que la palabra “Superman” la iba escribiendo al ritmo de una letra por año. Llevaba escrito “Superma” y me faltaba sólo la “n” en el séptimo año que iba a hacer la Residencia en Cardiología para ser supuestamente la persona más feliz del mundo, y sin embargo todas esas letras desaparecieron de un soplido en un segundo. ¡Paaaa, cómo pasa el tiempo!

Luego de caminar 25 años, llegué al borde del abismo, todo lo recorrido se resumía en mis pies a un centímetro del vacío. De saltar a la nada, de no tener ningún pie sobre la tierra. Como que una voz me decía: “viste, todo lo que te cuidaste, todos los cigarrillos que te perdiste, todo el alcohol que podrías haber tomado y no lo hiciste. Sumado a que cada semillita de lino, de sésamo, de girasol, de chia, etc. etc. etc., te las metiste una por una donde no te da el Sol”.

Pensamiento válido para cuando uno está con un altibajo, pero es verdad que siempre en una habitación muy oscura si prestamos atención, alguna luz se ve. Y así fue, una profesora, bahhh… más que profesora, mi segunda madre, Inés C.. que la conocí haciendo mis Practicas Finales Obligatorias en un hospital, me dijo: “Corazón, todo lo que hiciste hasta el momento del diagnóstico por más que pienses que fue en vano, estuviste preparando el cuerpo para sobrellevar todo lo que está por venir. ¿O vos te pensás que un pibe de veinticinco años que no se haya cuidado como vos, va a superar esto tan fácil?”. Ufffffff, sabias palabras, palabras de madre (piel de gallina de sólo recordarlo).

De esa frase salió el siguiente pensamiento: “Pensar que me estuve entrenando durante veintidós años (a los tres empecé natación y de ahí agregué deportes y nunca paré) para superar el mayor reto de mi vida, una maratón que no todos llegan a la meta, y que como lo vengo llevando, no cualquiera lo corre con una sonrisa en la cara. Porque es muy fácil sonreír cuando las cosas andan muy bien, pero hay que tener flor de coraje para hacerlo en medio del huracán”.

Creo que la Humildad es la característica que más me gusta de mí y la que mejor me describe, pero mi psico-oncóloga, me dijo algo muy cierto: “Tenés que estar orgulloso de vos, por cómo estás trabajando”. Y la verdad que si, hay veces que hay que mimarse un poco uno mismo por más narcisista que suene, pero la verdad… me quiero mucho, y estoy llevando mi enfermedad como a nadie he visto en todas mis quimios, en los diferentes hospitales y pacientes conocidos, así que agradezco a Dios en cada momento. Si me tengo que poner un puntaje me pongo un diez. Si no me mimo ahora… ¿Cuándo?

Pero volviendo al tema de las mentiras… el médico que me dio el resultado de la biopsia (¡¡¡por teléfono!!!) me dijo: “Quedate tranquilo que con seis meses de quimio te curás”. Él también me mintió.

Después empecé el tratamiento en Pergamino, mi médica me dijo: “El linfoma tiene un porcentaje de curación del 90% con seis meses de quimio, así que quedate tranquilo”. Ella también me mintió.

Y así con cada colega que me fue viendo, o me fui encontrando durante el tratamiento o en un pasillo y se enteraba de lo mío. ¿Se nota mucho que todos estudiamos de los mismos libros? Jajaja. Gracias a Dios encontré en Capital Federal un equipo médico once puntos.

Y llega un momento que entre tantas “mentiras”, uno toma con pinzas cada cosa que le dicen, se olvida de los porcentajes, y no queda a nadie a quién creerle, solo a una persona: a uno mismo. Quién mejor que uno para saber qué le pasa por dentro. Si bien no soy el dueño de la Verdad, soy el dueño de mí Verdad, esa que me dice: “paaa, que ganas de ir a la plaza para hacer malabares”, “Que buen árbol para trepar con una soga”, “Cuando agarre la bici voy a pedalear a 65kmh aunque sean cinco segundos para sentir el viento en mi cara”, “Está lloviendo con todo, agarro mi campera impermeable y salgo a caminar para sentir las gotas cayendo sobre mí”, “Cuando esté ejerciendo como médico mi consultorio va a ser de tal o cuál manera”. Cada frase con su causa-efecto es señal que estoy vivo, que tengo proyectos por cumplir. Que algo me empuja desde atrás, me da el envión, y que el viento en contra parece mínimo cuando uno tiene tanta potencia por dentro.

Algo me dice que siga caminando, que no afloje, que lo importante es no dejar de moverse por más que uno se encuentre siempre en el mismo lugar. Es como un director de orquesta; siempre estático pero de todas maneras logra que su orquesta toque sinfonías maravillosas. ¿Es el Director el mejor de todo el grupo? No no… el Director se hace grande al hacer grande a cada integrante que lo acompaña. Nadie se luce sólo, ni aún el que se para sólo en un escenario. Todos somos el resultado de todas las personas que nos hemos cruzado en la vida e influyeron sobre nosotros, tanto las buenas como las malas.

Y acá estoy… tocando mi mejor Obra Maestra, llegando a una nueva Navidad rodeado de la gente que tira para adelante y con mucha fuerza para no detenerme. De la misma manera que estuve tanto tiempo entrenando mi físico, me faltó entrenar otro aspecto: mi Interior.

Esta parte va dedicada a vos Jimena que me habías pedido que escriba algo hace muchísimos meses y te había dicho que no estaba inspirado para escribir: Cuánta gente se detiene sólo en el frasco de perfume y no lo abre por el olor nauseabundo que tiene. Horas y horas invertidas en algo que sólo es externo. No voy a negar que tener un buen físico dentro de todo es un arma de doble filo, porque siempre se piensa: “Mucho gimnasio, poco cerebro”. Agradezco a Dios que tengo “dos dedos y medio de frente”, muchos se llevan esa impresión de sólo ver una foto mía pero siempre pasa lo mismo, una vez entrado en confianza, durante la charla me dicen: “Te creía un tonto (para no decir otra cosa) superficial importante”. Hay veces que no sé si es un halago o qué, jajajajaja (primera risa que me sale dentro de todo este texto, tengo la garganta cerrada y los ojos al borde de las lágrimas).

Consejos para dar? Si no sos creyente: Cree en vos mismo cuando los otros te fallen, sos el dueño de tus aciertos y errores; y si crees en Dios: por más que confíes en vos mismo,  hacelo sobre todo en Él, que siempre tiene tres respuestas para todos tus problemas: Si, No y Todavía no.

No te apures… respirá tranquilo y tomate segundos de tu día para encontrarte con vos mismo. Al principio te costará, pero cuando lo logres, el “Camino” ya estará marcado y te conocerás cada día con más facilidad para transitarlo. Y cuando veas hacia atrás te darás cuenta que no fue tan duro como parecía. Sólo que uno no sabe la fuerza que tiene hasta que llega un momento en el que hay que usarla.

Y de la misma manera que se lo dije a uno de mis grandes amigos, Alvarito, recordá que: “Mientras tus manos te digan que no pueden, mientras tus pies te digan que están cansados… hay un corazón que sigue latiendo”.